El origami impresiona. Pero, ¿todavía asombra?

El origami impresiona. Pero, ¿todavía asombra?

¿Y si los avances técnicos que están transformando el origami hoy en día no fueran del todo positivos?

Hoy en día, la maestría permite crear modelos de una delicadeza y realismo sorprendentes. El nivel de complejidad, precisión y atención al detalle ha alcanzado cotas que hace solo unos años parecían inalcanzables.
Es impresionante. Y sin embargo... ya nada nos sorprende de verdad.

¿Cuándo fue la última vez que sentiste ese impacto interior al ver un modelo plegado? Ese momento en el que piensas: “Lo que estoy viendo es imposible... y sin embargo existe.”

Aún recuerdo con claridad momentos de verdadero asombro: el reloj de cuco “Black Forest” de Robert Lang, el legendario Ryujin, la avispa de Satoshi Kamiya, o las creaciones de Éric Joisel. No solo impresionaban: me conmovieron profundamente, dejando una huella duradera.

¿Y hoy? Miramos, admiramos, damos “me gusta”... y seguimos adelante. El impacto ya no es el mismo. El asombro se ha desvanecido.
El espectáculo sigue ahí, pero la magia se ha apagado.

Me siento afortunado de haber vivido esos momentos raros y auténticos.

Es triste pensar que las nuevas generaciones de plegadores quizás nunca lleguen a experimentar ese momento único de gracia, simplemente porque lo excepcional se ha convertido hoy en lo habitual.