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Una línea a la vez, una calma interior
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Una lĂ­nea a la vez, una calma interior

Compartir un diagrama es mucho más que enseñar pasos: es crear una experiencia. Este texto explora el concepto de flow en el origami, y muestra cómo una buena secuencia puede transformar el plegado en una meditación activa. Una lectura imprescindible para diseñadores y amantes del papel.

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Una línea a la vez, una calma interior


Cuando eliges compartir un diagrama, estás ofreciendo mucho más que una secuencia de pasos técnicos. Estás compartiendo una experiencia de plegado. Es ahí donde el concepto de flow, tan importante para Oriol Esteve en su libro Fold with Flow, cobra todo su sentido: una secuencia de pliegues fluida y natural, donde cada paso lleva de manera lógica al siguiente. Este flow no es solo una idea elegante: es un estado que puedes sentir físicamente.

¿Por qué es tan satisfactorio seguir una secuencia bien construida?

 

Porque es una reacción química. Cuando pliego, estoy concentrado. Todo lo demás desaparece. Entro en un estado cercano a la meditación. Y entonces ocurre la magia: mi cerebro libera dopamina, la hormona del placer. Cada pliegue bien ejecutado es una pequeña recompensa. Todo es predecible, estructurado, lógico. Puede haber caos a mi alrededor, pero mientras siga la secuencia, todo está bien. Estoy en mi burbuja. Por eso me encanta plegar por la noche después de un día intenso: simplemente seguir una secuencia clara me calma y me recentra. Montar piezas de LEGO me produce el mismo efecto. Nada más importa, y me siento bien.

En este momento, mis modelos favoritos son los del artista Wang Shuo (el lobo de la foto aquí, libro en preparación). No requieren interpretación artística personal, ni toleran aproximaciones o modelado: basta con seguir los pliegues y todo encaja. Normalmente me encanta esculpir, modelar y dar vida a mis modelos, pero también necesito estas secuencias puras donde uno puede simplemente dejarse llevar.

Pero atención: en cuanto un paso es demasiado difícil o está mal explicado, el flow se rompe. Salgo de ese estado meditativo y paso al modo de “resolución de problemas”. No es necesariamente desagradable, pero ya no es la misma experiencia.

Así que, diseñadores: pensad en vuestras secuencias. Pulidlas. Probadlas. Simplificadlas. El origami no siempre tiene que ser un rompecabezas. También puede ser un camino hacia la calma, una herramienta de bienestar activo, una meditación.

 

 

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